En mi labor de consejero espiritual, me ha tocado trabajar con diferentes personas en las distintas etapas de la vida. Una de las etapas más especiales, hacia donde casi todos nos dirigimos en algún momento, es a formar una familia. Tener un compañero de vida o convertirnos en padres es un gran regalo de la vida, por lo que debemos prepararnos adecuadamente para ello.
Amar a una persona significa convivir con ella, sufrir por ella y estar siempre a su disposición. En un mundo donde apremia el egoísmo y los intereses individuales, cada vez es más difícil encontrar personas con esas cualidades. Buscamos renunciar a los compromisos en búsqueda de una felicidad vana. La poca comprensión, la violencia y los intereses mezquinos, no permiten que desarrollemos una relación amorosa con los demás. Sólo el acuerdo mutuo en pos de un bienestar común ayudará a la familia a superar cualquier dificultad.
Este es un artículo del tomado del boletín “Darshan, El boletín de la unión”
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